12/11/18

No poder vivir sin ella


Esa sensación de que te falta algo, que no puedes vivir sin ella, de saber que es la mujer que esperabas encontrar, y no puedes tenerla.

Esa sensación que a más de uno llevó a la locura, de no poder pensar en todo el día más que en ella, de luchar por quitarla de tu mente y, cuanto más lo intentas, más la tienes presente.




Esa sensación de no imaginarte haciendo algo si ella no está, de desear tenerla al lado y no poder, de sentirte totalmente a su merced.

No sé si es amor, pero seguro que todos habéis tenido en más o menos grado esta experiencia.

Para unos placentera (los poetas escriben poesía sobre ello); para otros, aterradora.


Pero eso es una soberana estupidez: en el fondo ellas siempre acaban defraudando (y por supuesto, ellos también). "Maldito el hombre que confía en el hombre", dicen las Escrituras, y es cierto.

Claro que cuando expones esta opinión, no deja de salir quienes van argumentando sobre aquellos viejecitos que se murieron juntos y pasaron juntos toda su vida, o aquellas viudas (y viudos) que tras muchísímos años siguen echando de menos a su cónyuge.


"Perdona" -te digo- "pero ese no es el amor del que hablamos". Antes de esposa, una mujer tiene que ser tu amiga, amiga no pongamos íntima, pero al menos amiga que os sepáis entender. Tiene que ser tu hermana, sí. Tu hermana para respetarla, y también admirarla. Porque los hombres somos así y no vemos mujeres, vemos un trozo de carne con dos pechos. Así de claro. De manera que si no hay respeto, mal vamos, porque no quieres una mujer entonces: quieres una prostituta gratis.

Esa sensación de que dependes de ella es un engaño de tu mente, y la mayoría de matrimonios acaban tirándose los trastos sin aguantarse. Muchas noches de pasión y sueños inventados, pero la vida real es radicalmente distinta, y en ella esa persona que te enamoró pasa muy fácilmente a ser la persona que más odias en el mundo.


Y por último, pero lo más importante: más que carne y cuerpo debéis compartir alma. Sino mal vamos, porque cuando la carne se caiga a pedazos y tenga más arrugas que una uva pasa, te preguntarás a cada minuto que qué habrás visto en ella (y ella en ti).

El amor, ese amor idílico, emblemático e idealizado, está bien para venderte joyas, flores por San Valentín, y libros y prensa del corazón, pero no es que no exista: es que no puede existir. En un alma imperfecta, sucia y llena de intereses como es el alma humana, en donde cada acción encierra al menos un poco de egoísmo y soberbia, no puede darse un amor tan elevado. Un amor carnal no puede conocer (ni imaginarse siquiera) lo que supone un amor divino. Así que divinizarlo..., pues bueno, podemos imaginarnos que sí, traer con esa excusa hijos al mundo, pero como cualquier cosa que se cimente sobre irrealidades, es falso. Así los hijos los dejamos a los servicios sociales para que nos permitan seguir nuestros caprichos, o los arrinconamos ante la tele para que no molesten. Amor, no: más bien sucedáneo de falso amor.


¡Ahí están los miles de divorcios diarios, ahí están los padres que ven a sus hijos como una miserable carga para demostrar que todo esto es así!

Y por muy idílico que sea tu amor, tarde o temprano vas a tener que dejarlo . ¿Cuánto puede durar aquí en la Tierra? ¿Veinte, treinta años? ¿Tu amor se conforma con eso, con solo eso?

El amor humano es, a fin de cuentas, química en movimiento, acción de endorfinas y de neurotransmisores. No te quedes solo en eso, no te conformes solo con eso, o no habrás amado nada. Pasarás tu vida de flor en flor como una mariposa o, peor aún: como un moscón.

| Redacción: CadenaCuatro.com