9/10/18

La durabilidad de la relojería mecánica


Leyendo un reportaje de relojería, en donde se entrevistaba a un periodista del ramo, a éste le hacían la "original pregunta" de qué tienen de ventaja los relojes mecánicos respecto a los de cuarzo, por qué la gente los sigue utilizando. El periodista (que también es escritor de libros de relojería) contestó que un reloj mecánico puede no ser tan preciso, puede necesitar un mantenimiento cada cinco años, pero mientras uno de cuarzo cuando se le acaba la pila (o atrasa, o adelanta...; ¿quién le hace mantenimiento a uno de cuarzo? ¡Nadie!), se tira al vertedero, uno mecánico puede seguir funcionando cien, doscientos años...

Es cierto, hay relojes mecánicos muy antiguos que siguen funcionando, incluso se pueden restaurar. Recordemos el caso de Vostok, o los indios de HMT, cómo, cuando sus fábricas comenzaron a cerrar y empezaron a ser buscados y apreciados (y a escasear en el mercado), hubo -y aún hay- gente que los restaura, o los "adecenta" ("refurbished"), y los vuelven a vender.




No quiero entrar de nuevo en el eterno debate de mecánicos VS cuarzo, ambos tienen sus pros y sus contras, pero en un mundo caduco, en donde todo está pensado, hecho y diseñado para que te dure lo menos posible (ahí tenemos los smartphones, los Apple Watch, los vehículos a batería...), que quede algo de la antigua tecnología (sí, antigua, pero en muchos sentidos supera a la nueva) que permitía su reparación, su recuperación, su vuelta al funcionamiento porque no tenían una fecha de caducidad, es digno de reseñar.

Hace poco me decía un señor, que vivía rodeado de electrodomésticos antiguos, que él mismo se preocupaba de repararlos, y que curiosamente eso no podía hacerlo con los nuevos. La sensación de que lo viejo duraba más no es solo una presunción, y no es algo nuevo. Alguien dijo que "poner un chip en un electrodoméstico reduce su calidad a la mitad", eso sin olvidar las soluciones que rozan la estupidez: aspiradoras sin bolsa que tienes que desarmar para limpiarlas, o emisoras de radio digitales en DAB que emiten con menos calidad de audio que las analógicos FM.


El consumidor tiende a pensar que lo nuevo es mejor por ser eso, precisamente: nuevo. De hecho, nos lo recuerdan en muchos productos como un signo de calidad y de avance: "¡Nuevas patatas fritas!", "¡Nueva receta!", "¡Nuevo formato!". Pero ser nuevo lo que realmente significa es que está, por lo general, menos probado que, obviamente, los instrumentos y artículos que llevan muchos años en el mercado, siendo día a día usados y sometidos a las más duras pruebas por los verdaderos "testadores", los "betatester" auténticamente valiosos: sus usuarios.

De lo anterior tenemos muchos ejemplos: si hablamos de consumo, ahí tenemos las "nuevas" cajas de galletas en formato "panorámico-vertical", ocupan más espacio y caen por todos lados, pero se ven mejor en los estantes, que es lo que se busca: la apariencia; si hablamos de tecnología, todos recordamos el nuevecito iPhone 4 de Apple, con problemas de recepción de radio porque sus diseñadores, ¡habían colocado la antena donde la gente cogía el teléfono, entorpeciendo la recepción! Ni los más atrasados del curso de primaria de radio-aficionado habrían cometido semejante error. Y suma y sigue.


En un estudio de hace unos años, se preguntó a los usuarios de teléfonos móviles si preferían los nuevos smartphones a los antiguos, y el 24% confesó que volvería a su antiguo aparato si pudiera, el cual se recargaba sólo una vez a la semana. Los nuevos, tienes que recargarlos cada noche. Y es que los móviles antiguos tenían algo que aventajaba en gran manera a los nuevos: teclas físicas. Y no una enorme pantalla que se ve muy bien en la tienda, llena de colorines, pero destinada a pasar el resto de los días llena de huellas, grasa y suciedad. Eso sin mencionar que cualquier despiste en ella en forma de toque accidental, echa al traste todo lo que estés haciendo. Y no estamos hablando de comparar tecnología de hace muchos años, ya que el mercado de los teléfonos móviles es relativamente reciente. Para los fabricantes es genial, porque se ahorran los costes del teclado físico, costes que van a parar a sus bolsillos.

Lo mismo con los smartwatches: ¿display táctil? ¿Para qué? Cuando vayas a ver la hora y toques la pantalla, la encontrarás siempre sucia. Verás la hora peor y con mayor dificultad. ¿Es eso un avance? Para muchos, al parecer sí.


| Redacción: CadenaCuatro.com

3 comentarios:

  1. Somos muy incoherentes. Nos quejamos de que las cosas ya no se pueden reparar. De que no hay relojeros que sepan arreglar un reloj, o zapateros o sastres. Pero luego compramos algo, y a la mínima que tiene un problema nos deshacemos de ese objeto. ¿Para qué queremos entonces que haya profesionales que sepan repararlos?

    Personalmente suscribo todo lo que dices. Lo nuevo y lo moderno, es indicativo ante todo de no probado e inmaduro. Eso lo sabemos muy bien en el software. No quiere decir que no sea mejor, pero en todo caso, lo ha de demostrar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, ciertamente el software es un buen ejemplo, no hay más que ver el nuevo parche de Windows 10, acaban de sacarlo y ya han tenido que retirarlo por borrar archivos de usuario sin querer.

      Eliminar
  2. Es incuestionable la durabilidad de los relojes automáticos, pero tampoco podemos despreciar la del cuarzo por tener una mísera pila, yo tengo relojes (tres Seiko de cuarzo) con +35 años de vida casi ininterrumpida y que siguen funcionando a la perfección, además de otro Seiko automático con 50 años y que va de fábula; Yo abogo por los dos, aunque prefiero un buen cuarzo.

    ResponderEliminar