12/8/18

Más emoción en el ciclismo femenino que en el masculino y, sin embargo, el masculino tiene más éxito


Como muchos seguramente sabéis, soy un aficionado al ciclismo, es uno de los pocos deportes que me gusta ver y, aunque tampoco puede decirse que lo siga escrupulosamente, sí que me agrada ver competiciones cuando tengo oportunidad. Desde adolescente uno de mis mayores divertimentos durante el verano era ver la carrera del Tour de Francia, del Giro de Italia, o de la Vuelta a España (que se celebraba en primavera, por cierto).

Pero, por desgracia, este año no he podido seguir el Giro de Italia. La razón es que los poderosos medios de comunicación y las cadenas de televisión de pago han impedido que se distribuya la señal gratuitamente. Lejos quedaron aquellos tiempos en los cuales esta competición se retransmitía libremente por cadenas en abierto, como Telecinco, e incluso algunas televisiones locales o regionales lo incluían en su programación. Hoy, como no tengas contratado un paquete de pago, no puedes ver estas cosas.




Ni siquiera este año en internet lo podías seguir porque debido al geoposicionamiento, a no ser que usases un proxy (de pago claro, los libres son muy lentos e inseguros) te bloqueaban el contenido. Llegó a tal punto el despropósito que algunos bienintencionados "youtubers" subían el audio con animaciones obtenidas de videojuegos

Se les agradece el esfuerzo pero, obviamente, no era lo mismo.


Así que me quedé sin Giro de Italia masculino pero, en su lugar, sí pude disfrutar del Giro de Italia femeino, o el Giro de Italia Rosa, como también se le conoce, la única carrera de esta índole (por etapas) que sobrevive en el difícil mundo y calendario del ciclismo femenino.

La verdad es que el ciclismo femenino, comparado con el más popular masculino, es enormemente interesante. Muchísimo más que el masculino. Sin testosterona por medio, el ciclismo femenino es más "honesto", más batallador, más "deportivo". Las grandes marcas y los enormes intereses comerciales brillan -en la mayoría de casos- por su ausencia, así que las corredoras tienen bastante más libertad para hacer -y ofrecer- un ciclismo "auténtico". Y eso que las corredoras participantes tienen que lidiar con muchísimos problemas para competir, algunas con sus estudios o trabajos habituales (alguna incluso es doctora y prepara su tesis, y aún saca tiempo para competir). No está todo tan controlado como en los hombres, los cuales son manejados "a distancia" desde las emisoras en los coches de sus directores, y se ha perdido mucha de la emoción. En las carreras masculinas todos esperan al último puerto para atacar, casi hasta el último kilómetro, mientras que las féminas se están "dando leña" desde la salida. En la competición masculina te puedes encontrar con una -o varias- etapas donde no pasa nada, y en la cual los hombres simplemente se dedican a pasearse en bici (poco más o menos, obviamente con el estrés de una competición). Eso no pasa en las chicas: siempre, con una gran deportividad, queriendo "liarla".


Meritorio es también que en un mundo tan machista y tan dominado por los hombres, ellas consigan hacer sobrevivir al ciclismo en la variante femenina movidas simplemente por la pasión y afición que sienten por él.

Una de las cosas que más me agrada del ciclismo femenino es su limpieza en la batalla. Apenas ves juego sucio, y ves una franqueza y una cordialidad que el ciclismo masculino ha perdido con los años y con la que, a día de hoy, los chicos no pueden ni soñar.

Todo esto tiene que ver, en gran parte, a que no se ha metido el maldito dinero por medio, aunque por desgracia la llegada de grandes multinacionales (como Movistar) está cambiando ese panorama -para peor-.

Y, por supuesto, la gran ventaja para el televidente es que se pueden seguir fácilmente sus retransmisiones desde internet, nadie las bloquea porque la mayoría de gestores de contenidos creen que no tiene interés.


En España, mientras tanto, el único soporte que da la Vuelta a España es una mísera y ridícula carrera para las chicas el último día, en el Paseo de la Castellana. Porque el ciclismo femenino parece que no interesa a nadie, y casi me atrevería a decir que mejor que siga así. Porque sino lo corromperían, como casi todo en donde entran los hombres. Y es que esta es una de esas cosas en las que no puedo evitar pensar: ¡cuanto necesitaríamos a las Sjoberg! Ellas, aún con intereses mediáticos, seguro que lo harían y patrocinarían este tipo de actos de una forma más limpia, más servicial. Mas honesta. Como el propio ciclismo femenino es.

No digo con esto -que nadie me malinterprete- que el Movistar tenga que irse del ciclismo femenino, ni mucho menos, pero ¡ojalá no saquen ni un centavo de su inversión! Es la única forma de mantenerlos alejados y de que no nos corrompan también este otro tipo de ciclismo.


| Redacción: CadenaCuatro.com

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