4/10/18

Rhythm Eternity: reflejo de eternidad


Siempre he mantenido la idea de que un reloj debe ser siempre regalado. He sido afortunado en ese aspecto, porque la mayoría de relojes que he usado en mi vida, fueron regalos. La mayoría de nosotros así nos iniciamos en el mundo de la relojería: de pequeños nuestros padres nos ayudan a entender e interpretar las horas regalándonos eso, un reloj. Solía ser tradición, antiguamente, que esto viniera justo en la Primera Comunión, y solía ser uno de sus regalos estrella. Aún hoy muchas relojerías dedican un mimo especial y ponen gran atención en época de Comuniones. Incluso algunas marcas (españolas, las niponas de esto no se enteran de nada y prefieren celebrar cosas como el año nuevo chino) lanzan colecciones especiales.

El reloj, insisto, es de esas cosas que se disfruta más cuando es un regalo. Es lo que solían hacer algunas compañías como regalo de jubilación a sus empleados, y suele ser algo verdaderamente apreciable.




Cuando el reloj lo compramos nosotros, aunque sea de nuestros gustos, solemos perder el sentido de su valor. Aunque el reloj te cueste tres mil euros, es una pieza que has adquirido tú, nadie se ha esforzado, molestado y ocupado en regalártela o en hacértela llegar. Sin embargo cuando es un regalo, además del valor lógico del reloj, se añade un valor extra de alguien que ha pensado en ti y se ha preocupado en conseguirlo, adquirirlo y buscarlo.

Confieso que, desde hace bastante tiempo, estaba detrás de un reloj mecánico con números romanos. Es una de mis preferencias básicas, los números romanos, algo que por desgracia no suele abundar (ahora suele ser lo más habitual realizar los índices con marcas). Para rizar más el rizo, debía contener especialmente el VI romano, porque es uno de mis números favoritos (por encima del XII; por desgracia muchos fabricantes sacrifican el VI poniendo en su lugar subesferas o hasta ventanas fechadoras). Si todo eso lo llevase en un reloj que no fuera un regalo, perdería parte de ese encanto que os contaba al principio.


Pocas personas conocían ese deseo de un mecánico convencional, máxime cuando toda mi vida "relojeril" gira en torno a los relojes de cuarzo, pero entre esas pocas personas con las que muchas veces -por tener las mismas aficiones- comparto mis inquietudes se encontraba Guti. Él sabía que llevaba meses tras la búsqueda de un reloj mecánico con números romanos, y que había movido los hilos más inverosímiles para conseguir dar con algún modelo que cumpliera mis preferencias.

Sin ser un adicto tecnológico, me encantan las nuevas tecnologías, la informática, la programación y los sistemas computerizados que funcionan con chips, pero admito también que la tecnología ha llegado a unos límites que rozan en muchas ocasiones lo absurdo o el despropósito. Quizá usar este tipo de mecanismos sea la respuesta o la forma de protesta de todos los que hemos crecido y acompañado este "despertar tecnológico" que tanto deslumbra ahora, y que se ha desvirtuado. Una forma de decir que la tecnología (incluyendo por supuesto la electrónica) puede seguir otros caminos, tomar otros derroteros que no tienen por qué (e incluso pudiera ser contraproducente) ser los que nos quieren hoy vender.


Porque al fin y al cabo la tecnología también está muy presente en los relojes mecánicos, baste recordar las pocas firmas que pueden fabricar sus propios calibres (en España no hay ninguna), y la dificultad que entrañan algunos de los relojes más complicados del mundo, incluyendo modelos con la posición de los planetas, o estrellas, complicaciones mecánicas que no son capaces de realizar los que fabrican los modelos a cuarzo.

No es cuestión de poner ahora un tipo de tecnología frente a la otra, por supuesto cada una tiene sus pros y sus contras, pero es indudable que si obviamos la parte mecánica de la tecnología, que ha sido la única instrumentación al alcance de la humanidad durante muchos siglos, nos estaremos perdiendo también una parte importante del panorama.

A todo esto hay que añadir la intrínseca ventaja del movimiento analógico. Para los que empiezan a padecer presbicia o tienen alguna enfermedad visual, la intuición para saber la hora es espontánea en un reloj con manecillas, mientras que en un digital nos obliga "a ver" y leer la hora, y para cerciorarnos debemos estar muy cerca del reloj, algo que es innecesario en uno de agujas. De manera que con un mecánico podremos saber la hora al primer vistazo, aún de lejos, con un poco de contraste que tengan sus agujas y numerales/índices.


Por supuesto no tendremos tantas cosas como en uno de cuarzo, perdiéndonos iluminación, etc., pero la robustez de un mecánico (todas sus piezas son de metal), su longevidad (con un calibre medianamente bueno) y su sobrada personalidad lo vuelven un instrumento de precisión (que es lo que es, al fin y al cabo) tremendamente valioso. Sin olvidar que eso lo ha conseguido el esfuerzo humano, tras muchos siglos de investigación y conocimientos, solamente con engranajes complejos y sus diferencias de transmisión.

En cuanto al Rhythm Eternity que os muestro hoy, poco puedo añadir al análisis que de él ha hecho su anterior dueño, Guti, salvo que para mí uno de los elementos más atractivos del mismo es la denominación de su modelo. "Eternity" nos inspira y evoca no solo la impasibidad e imparcialidad del tiempo, del cual nadie que nos movamos en este plano existencial podemos evadirnos, sino de la temporabilidad de las cosas, de un camino que, nada más que pisamos sobre este suelo, nos lleva hacia la eternidad, querámoslo o no, y tanto si nos apetece como si no. Es una buena denominación, por lo tanto, para un reloj que nos marca el devenir de las cosas, de los acontecimientos y momentos, y nos presenta a cada movimiento de su segundero que nuestra existencia en este suelo tienes las horas contadas. Miremos, por lo tanto, más allá.


El tiempo en un reloj mecánico
Un modelo de reloj de este tipo nos facilita algunas cosas. Por de pronto te permite "desagobiarte del tiempo". El tiempo se puede acabar convirtiendo en una obsesión, máxime cuando puedes conocerlo al milisegundo gracias a los smartphones sincronizados o/y a los cuarzos radiocontrolados. A veces eso es bueno, y útil, pero en muchas otras ocasiones no, y pierdes la perspectiva y la libertad que ofrece un tiempo mas "flexible", más humano y no tan estricto y tan tirano. Poder darte la libertad de no tener que ir, obligatoriamente, al segundo milimétricamente medido.

Por otro lado, un mecánico te hace sentir más a gusto contigo mismo. Indepediente de lo sensible que sea uno a lo que ocurre por el mundo, el mecánico es un reloj "limpio", que para funcionar solo requiere el impulso de una cuerda. Es uno de los pocos mecanismos "de la antigua tecnología" que quedan y que nos podemos permitir. La mayoría del resto de estas máquinas, auténticos ingenios mecánicos, han desaparecido: máquinas de escribir, calculadoras mecánicas, cámaras de fotos analógicas... Todo ha ido desapareciendo ante el impulso de los diodos y los electrones. Aquí no hay un chip que controle todo, sino que todo el reloj es un "chip" en sí mismo. Todas las piezas son importantes, todas cumplen su función y, todas, son sustituibles. De hecho en este tipo de movimientos o calibres, los fabricantes sirven piezas sueltas a los SATs. Este concepto no es el de un circuito integrado de hoy, en donde todo está eso: integrado. No hay modularidad, no hay reparación posible, no hay recambio. Y todo necesita de una fuente de energía eléctrica, apenas queda nada que no necesite un enchufe.

Hoy, con la masificación de los smartwatches y pulseras deportivas, hasta los más ancianos han sucumbido a la publicidad y la presión de los fabricantes de electrónica.


Una historia de desamor
Los relojes mecánicos nunca fueron de especial predilección para mí. Tampoco eran muy famosos ni admirados entre mis conocidos: un familiar muy cercano, en plena "hecatombe" de la ecología y protección medio-ambiental, decidió internarse en ese mundillo con resultados bastante desagradables: devolvió su reloj recién comprado al constatar que no era todo lo exacto que se esperaba. La discusión con el relojero fue de órdago, sobre todo porque se empeñó en no querer devolverle el dinero. Así que esa persona nunca volvió a permitir que su piel lo tocase algo que no fuera de cuarzo. Hoy lleva un Casio.

Mi padre llevaba siempre uno también de cuarzo, del que era fan absoluto en los últimos años de su vida. Argumentaba que un mecánico era un atraso en todos los sentidos: ajustes, mantenimiento... Y eso que creció en la época en donde se ponían en hora los relojes mecánicos "con el parte" de la radio.


Mi primer reloj también fue mecánico, lo recuerdo muy bien, de esfera blanca... Lo lucía con aire majestuoso, porque aquello me hacía sentir una persona mayor. Porque eran los adultos quienes llevaban todos ellos relojes.

Tampoco hubo muchos intentos más por mi parte de regresar al mundo de los mecánicos, algún modelo pesadísimo que me puse en contadas ocasiones, algún HMT que me agradaba por su estética pero que nunca llegué siquiera a ponerme...

Aún así en mi cabeza permanece latente el viejo reloj de la casa en la que vivía en el pueblo, y recuerdo sus números romanos, algo que para mí en aquellos momentos era tan críptico como si estuviera escrito en lengua extraterrestre. Como el resto de los relojes que pasaron por mi casa, acabó dando la hora que quería debido a la falta de mantenimiento, engrase y cuidados. Terminó así en la basura, aunque era el que mi padre, cada día puntualmente a las 14:00 horas, y antes de irnos al colegio, ponía en hora.

Supongo que si en aquellos años tener un reloj mecánico era algo "insufrible" para no pocas personas, ahora con la posibilidad que nos dan las nuevas tecnologías, mucho más.


Conclusión
No puedo decir que me vuelva un adicto a los relojes mecánicos, máxime cuando son tan poco útiles en la sociedad en la que nos movemos. Pero no puedo negar que parte de su filosofía me agrada enormemente, no solo porque fue mi primer reloj -lo cual entra más en el terreno de lo sentimental-, mi primera máquina "autónoma", sino porque el poder carecer de pilas, baterías y funcionar con tu propia energía da una sensación única que no la transmiten los de cuarzo. Por otro lado, el ser un reloj verdaderamente limpio, también colabora a hacerte sentir esa tranquilidad de que cada determinados años no tendrás que adquirir una pila nueva, ni un acumulador o capacitador nuevo, ni darás dinero a esa industria ni, peor aún, correrá el riesgo de acabar en el vertedero con sus peligrosos compuestos químicos.

No puedo olvidar tampoco aquel chico que usaba su reloj, viejo, inexacto y cochambroso, porque era de su abuelo. ¿Con cuántos modelos de cuarzo podremos hacer esto? Creo que con muy pocos, porque aunque el reloj y su mecanismo sea bueno y resista el paso del tiempo -está por ver, al fin y al cabo son plásticos y conexiones eléctricas que van envejeciendo-, puede que ni siquiera podamos conseguirle la pila para que pueda seguir funcionando. No hablemos si es un reloj con capacitadores o acumuladores, los cuales habrán superado su periodo utilizable muchos años atrás.


No solo estoy hablando del permanecer de las cosas, sino de poder seguir usándose sin tener que mezclarnos con el consumismo exacerbado del mundo actual, en donde, además, poco colaboras con tu economía, porque la mayoría de dispositivos de este tipo que usamos nos vienen de muy lejos. Así que cuantos menos compremos, y menos necesitemos, mejor. El reloj de este chico que os contaba renglones atrás no era exacto, había perdido buena parte de su precisión, pero él lo seguía utilizando. En un momento dado, uno puede meterse en la complicada aventura de desarmar el reloj mecánico, y mantenerlo uno mismo. Pero sea como fuere, siempre habrá una pieza física, de metal, unos engranajes, unos índices... Algo que podemos tocar y percibir -y comprobar- a simple vista su estado, lo cual es imposible en un reloj de cuarzo.

Hoy los relojes mecánicos son moda, algo lógico pues comparados con un smartphone y todo lo que éste nos ofrece, no son rival, pero también es cierto que es gracias a esa moda que siguen existiendo, sino habrían quedado relegados a unos bonitos bocetos y esquemas en un libro de texto, en el cual su autor nos explicaría que había máquinas con trenes de engranajes que los antiguos usaban para medir el tiempo, con la sola energía de sus movimientos.


Porque no debemos olvidar que no se sabe muy bien cómo este tipo de tecnología consiguió transmitirse en los primeros siglos de nuestra era, donde hay un "vacío" bastante importante, hasta que a partir del siglo XI se fueran retomando esta tecnología mecánica. Y es que la tecnología de engranajes, a simple vista sencilla, engloba todo un universo de sistemas: engranajes diferenciales, epicicloidales (planetarios), ruedas de inversión... Hasta tal punto que se consiguieron realizar con ellos calculadoras astronómicas, algunas enormemente complejas -y exactas-, autómatas, y por supuesto los primeros relojes, utilizados durante el Renacimiento europeo sobre todo en catedrales. Muchos instrumentos, antes de la introducción de la hidráulica y la electrónica, recurrían también a engranajes, como los tornillos glóbicos que se utilizaban en las cajas de la dirección de los vehículos.

El reloj mecánico, por lo tanto, hace uso de una de las tecnologías más probadas por la humanidad, desarrollada hace muchísimos siglos -tantos que se pierde en la noche de los tiempos- y que ofreció por vez primera al ser humano la posibilidad de estudiar, conocer y profundizar sobre las fuerzas que movían la naturaleza y el mundo a su alrededor y, con ello, también dominarlas o poder usarlas a su favor.


Respecto a la numeración romana, que toma su base de la etrusca, era la numeración más usada en el medievo, cuando los primeros relojes comenzaron a aflorar en abadías, monasterios, iglesias y, sobre todo, catedrales. Por lo tanto es la numeración más icónica e histórica para un reloj de este tipo. Con ella, además, marcaban sus horas los relojes astrológicos, utilizando las veinticuatro horas y dividiendo el día en día/noche (doce y doce en cada semicírculo de la esfera del reloj), y no como ahora utilizan los horarios de 24 horas.

Historia, tecnología, innovación, misticismo, sabiduría y ciencia, todo ello se encierra en un prodigio de invento que hace al tiempo cercano, y que nos acerca a la realidad del tiempo fugaz.



| Redacción: CadenaCuatro.com

3 comentarios:

  1. Gran artículo. Para mi siempre sonó a música, a ritmo eso de Rythm. Pero cuando ve lo de Eternity, me sonó a ti, a Eternium.

    Me gusta que hayas adoptado ese concepto, y espero que te de muchos momentos de felicidad, aunque sean cortitos.

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  2. Se está tecnificando tanto la sociedad actual que el hombre moderno está confiando más en la tecnología que en los humanos, de ahí viene uno de los motivos principales del desarraigo y de la caída moral del Ser Humano actual. ¡La maquina me lo soluciona todo y me hace feliz!

    Los relojes automáticos los veo más para los fines de semana, para lucir, pero para diario y para batalla yo siempre confío en un sencillo pero fiable reloj de cuarzo, con un básico Casio MQ-24 me sobra para tal fin.


    El hombre no tiene control sobre el tiempo, es el tiempo el que dicta lo que ser humano ha de hacer en cada momento, lo que pasa es el hombre no lo sabe.

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